Entre mis ejercicios forzados practico -no sin reservas- el observar las estaciones del año. El tiempo nos regala primaveras y otoños; veranos e inviernos. Pero el señor tiempo es impredecible. Cuando creemos que todo está bajo control, que todo está asegurado, cae un trueno y nos desgaja. Nos hace trizas. Y sangrando, con la boca cuajada, tratamos de elevar el cuerpo. La clave es saber crecer en el dolor. Si alguna raíz queda aferrada a la tierra, por muy pequeña que sea, el árbol crecerá de nuevo.

La historia viene por los sucesos inesperados. Esos que no tienen relación alguna, pero sí.

Mi martillo y mi yunque me fueron embargados por no poder pagar una deuda. Los había puesto en venta ante lo imponderable, Pues eso, prefería venderlos antes que compartirlos. El compartir, a mi entender, me empobrecía. Finalmente, los perdí. Meses después logré recuperarlos. Y se me apareció un comprador que había visto el anuncio, le conté lo que me había pasado y, en lugar de vendérselos, le hice una propuesta. Unirnos. Aceptó y firmamos el acuerdo…. Continúa en la entrada original

Anuncio publicitario