Les comparto «¿Dónde queda el extranjero?», un texto pleno de ingenuo y fluidez, del escritor dominicano Federico Franco, y que acabo de encontrar en su blog El Diario de Foilan.

El Diario de Froilan

¿Dónde queda el extranjero?

En los frijolitos dulces medio tomateados de las latas de alimentos, en los carros con tracción delantera, motor de dinosaurio vegetariano, motor inteligente de los autos japoneses. El extranjero se encuentra en la crema humectante de los cosméticos de los franceses, que venían para quedarse con las novelas de Heléne Cixous, Boris Vian, quien promovía como iconoclasta de fuste la idea vanguardista de morirse joven, y lo cumplió.

Los pasaportes biométricos adelantan la aventura de viajar por otros países antes de subir al avión. Sin querer queriendo, cuando los terremotos aíslan aún más regiones desamparadas tales las zonas rurales de Nicaragua, los campos de arroz de Thailandia o los barrios oscuros de Bogotá, el mundo se solidariza y envía sus productos típicos extranjerizantes hacia las zonas devastadas.

Nunca en sus vidas habían comido los haitianos víctimas del terremoto del 2009, unas alubias españolas con sabor a…

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