Si alguien con buena o mala leche les ha dicho que Raysa White no tiene madre… es cierto, la perdí cuando tenía 17 años. Ella se fue de repente, llena de vida y salud a los 47 años, no fue un accidente fue la falla más grande que nos hizo el destino. Y tuvimos que enfrentarlo, sobre todo mi hermana Cuchín y yo, que éramos las menores.

Yo me hice fuerte, no saben cuánto…porque de tan blandita que era mis hermanos me decían yemita de huevo. Ya no, ahora me dicen otra cosa, que no la debo escribir en este muro. Pero esa fortaleza, seguridad, renovación se reprodujo en mi interior por sí misma.  Sigue leyendo si te parece…