Uno de mis principios de organización siempre ha sido que cada pieza debe funcionar de manera fuerte.
DUBRASKA FALCÓN |  EL UNIVERSAL

La llaman la «inclasificable». En reseñas sobre su vida aseguran que sus obras –The Keep, The invisible circus, Look at me, Esmerald City– pueden haber sido perfectamente escritas por diversos autores. ¿Novela? ¿Cuento? ¿Relatos vinculados? El género no es algo que realmente le interese a Jennifer Egan, la estadounidense que la semana pasada resultó galardonada con el Premio Pulitzer de ficción por su novela A Visit from the Goon Squad. La historia de 288 páginas, que aun no se encuentra traducida al español, fue reconocida por el «gran interés ante los cambios culturales que se producen a toda velocidad» dentro de la obra.

La narración de esta mujer que nació en Chicago y que ha dicho que de niña jamás escribió nada interesante, ha sido elogiada por su poca convencionalidad. Cada vez que Egan (Illinois, 1962) se sienta a escribir le declara su odio a la familiaridad. «Si siento que estoy haciendo algo que he hecho antes la historia se sentirá vieja. No tengo más remedio que ir en direcciones que sean nuevas. Haría cualquiera cosa para que la historia sea digna», comentó en una entrevista.

Y con A Visit from the Goon Squad lo hizo. Inspirada en la serie de siete novelasEn busca del tiempo perdido de Marcel Proust y en la serie de televisión Los Sopranos, describe la vida de los socios de un empresario de rock punk, Bernie Salazar.

Sobran los elegogios recibidos: que su obra tiene la capacidad de viajar en el tiempo de la narración y la experimentación en la novela. Que se pasea por historias individuales que saltan el orden cronológico de la historia; que viaja por diversas décadas y se planta en escenarios como un safari o una huída a Europa, o recrea a un dictador similar a Kadafi. Hasta hay quien insiste que ha creado una estructura similar a la que usó Cortázar en Rayuela.

Pero quizás lo que más ha llamado la atención de A Visit from the Goon Squad, ha sido el largo capítulo que Egan ha estructurado como si se tratara de una presentación del programa de diapositivas power point. De allí que algunos críticos desechen la posibilidad de llamarla «novela» o «colección de relatos vinculados». Más aún si se piensa que varios trozos de la obra han sido publicados como cuentos.

«Uno de mis principios de organización siempre ha sido que cada pieza debe funcionar de manera fuerte. Y sin embargo, todos deben encajar. La metáfora en mi mente no está ‘ligada’, sino ‘enredada», ha asegurado Egan, también ganadora del premio National Book Critics Circle, y quien le vendió además los derechos de la historia a HBO para que la llevara a la pantalla, tal como ocurrió con The invisible circus, que fue llevada al cine en el 2001 de la mano de Adam Brooks y protagonizada por Cameron Diaz.

Medicina, su primer deseo

Recién incluida en la lista de las mujeres más influyentes de la revista Times, Jennifer Egan ni soñaba en ser escritora cuando era una niña. Lo que quería era ser doctora.

La curiosidad por entender el cuerpo humano desató su interés. Así que los libros de medicina de su abuelo, un ortopédico, fueron los primeros textos que pasaron por sus manos. Y luego pasó a leer temas relacionados con biología y fisiología en la escuela de niñas en la que estudiaba en Chicago.

Pero entonces su abuelo enfermó y Egan abandonó por completo su interés por la medicina. Tenía unos 14 años, ya se había mudado a San Francisco, su madre se había divorciado de su padre y planeaba casarse de nuevo. «Fui la hijastra y me acostumbré a ser conformista en una familia extraña. Nunca hice nada original en toda mi infancia», diría. Incluso aseguró que estando en la secundaria fue una adolescente «invisible».

Fue cuando hizo un viaje sola a Europa que su vida cambió por completo. Comenzó a experimentar ataques de pánico. Tenía 18 años. Y se dedicó a redactar historias en sus blogs. Entonces se dio cuenta de que quería escribir.

Al entrar a la Universidad de Pensilvania se conectó con la antropología y luego tomó un taller de escritura con el dramaturgo Rómulo Linney. Pero Egan no confiaba en sus facultades literarias. Según ella, no sabía cómo comenzar a escribir. Pero al entrar a la universidad todo cambió. Fue a la de Cambridge, en el Reino Unido. Regresó a Nueva York sin trabajo y sin un lugar donde vivir. Su vida seguía siendo un rompecabezas, hasta que vendió su primera historia a la revistaRevisión del Norte.

Lo que sigue es la consagración de Egan como una de las bestsellers más reconocidas de Estados Unidos. Actualmente está casada y vive con sus dos hijos en Nueva York. Algunos de sus textos de ficción han aparecido en The New Yorker, Harpers, Granta y McSweeney. Y con regularidad colabora con el New York Times Magazine. Recibió el Premio de Periodismo Kowal Carroll en 2002 y el Premio de los medios de comunicación para la Ciencia y Presentación de Informes de Salud de la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales en 2009.

¿En qué anda por estos días? «Estoy escribiendo una novela histórica ambientada en Nueva York durante y después de la II Guerra Mundial, acerca de la participación de las mujeres que construyeron los barcos en el Navy Yard de Brooklyn. He hecho un gran trabajo de investigación. Tengo que volver a sumergirme en eso y luego romper las pastillas jurídico y ver qué pasa», ha explicado.

Recién incluida en la lista de las mujeres más influyentes de Times, Jennifer Egan ni soñaba en ser escritora cuando era una niña: quería ser doctora AP