Experimentos científicos practicados por EU en los años 40 donde inocularon a personas sífilis y gonorrea.

AP/AFP
Washington
Estados Unidos pidió hoy disculpas a Guatemala por un «abominable» estudio realizado en ese país entre 1946 y 1948, período durante el cual se inocularon enfermedades de transmisión sexual (ETS) de forma intencionada y sin su conocimiento a cientos de guatemaltecos.
«Lamentamos profundamente que esto haya sucedido y ofrecemos nuestras disculpas a todas las personas que resultaron afectadas por esas abominables prácticas de investigación», dijeron las secretarias de Estado, Hillary Clinton, y de Salud, Kathleen Sebelius.
En respuesta, el presidente de Guatemala, Alvaro Colom, calificó de «espeluznante» la información de lo que consideró un «delito de lesa humanidad» para el que el país se reserva el derecho de una denuncia y reclamó un encuentro con su par estadounidense, Barack Obama para tratar el asunto.
Asimismo, ordenó a los ministros de Salud, Defensa y Gobernación localizar los archivos de esa época para «protegerlos y resguardarlos».
«Los investigadores y expertos conocían del trabajo, reconocían la naturaleza y lo antiético de la investigación, aunque estamos conscientes de que no es una política de Estados Unidos y de anteriores administraciones, porque fue en una época lejana», puntualizó Colom.
El estudio, conducido con financiación estadounidense por el médico John C. Cutler entre 1946 y 1948, fue destapado a comienzos de año por la profesora de Estudios de la Mujer y de Género de la Universidad de Wellesley Susan M. Reverby.
Su objetivo era averiguar si la penicilina podría ser utilizada para prevenir y no sólo curar infecciones tempranas de sífilis, qué dosis podrían curar la infección así como comprender el proceso de reinfección tras su curación, señaló Reverby en su artículo, publicado en el «Journal of Policy History» en enero y difundido por la agencia de noticias DPA.
Cutler y otros médicos utilizaron a un total de 696 individuos de la Penitenciaría Nacional de Guatemala, a soldados de un cuartel y a hombres y mujeres ingresados en el Hospital Nacional de Salud Mental para su experimento.
A ellos les fue inoculada la bacteria de la sífilis, bien directamente o a través de prostitutas en el caso de los presidiarios, para luego tratarlos, si bien «no está claro si todos fueron curados y no todos recibieron lo que incluso en ese entonces se consideraba un tratamiento adecuado», puntualizó la investigadora.
El descubrimiento de estos antiguos experimentos se deriva de otro episodio anterior, bien conocido por los federales en relación a la manipulación de personas usadas para estudiar enfermedades de transmisión sexual: el «experimento Tuskegee», un estudio de 399 hombres negros y pobres, del condado de Macon, Alabama, que habían sido diagnosticados con sífilis, pero nunca se les informó de su situación. Los científicos federales les dijeron a estos hombres, simplemente, que tenían «mala sangre» y los investigadores compilaron un estudio de cuatro décadas dando seguimiento a la «sífilis no tratada en el macho negro.» Los investigadores dejaron que la enfermedad, generalmente fatal, siguiera su curso sin darle tratamiento; incluso aún después de saberse que el recurso sencillo de la penicilina había demostrado ser un tratamiento eficaz de la sífilis, los participantes sólo recibieron alimentos gratuitos y exámenes médicos, junto a los fondos federales de sus gastos funerales después de su muerte. El estudio comenzó en 1932, continuando sin interrupción a hasta 1972, cuando los medios de comunicación hicieron pública la información.
El informe de Reverby, basado en documentos hallados en archivos de la Universidad de Pittsburgh, llegó a manos de las autoridades estadounidenses en junio y, tras ser estudiado durante 90 días, fue dado a conocer hoy.
La jefa de la diplomacia estadounidense le manifestó a Colom su «profundo pesar porque una investigación tan reprochable pudiera ocurrir» y le aseguró que «esto no representa los valores de Estados Unidos», explicó hoy su secretario de Estado adjunto para Asuntos Hemisféricos, Arturo Valenzuela, en conferencia de prensa.
El sábado lo hizo el propio presidente Barack Obama, quien «expresó su profundo pesar por el estudio» y ofreció disculpas «a todos aquellos que se vieron afectados», indicó un comunicado.
Obama reafirmó a Colom el «compromiso inquebrantable de Estados Unidos de asegurar que todos los estudios médicos actuales cumplan con los parámetros éticos y legales», señaló el texto.
A la par, Clinton «reafirmó la importancia de las relaciones con Guatemala y el respeto al pueblo guatemalteco», agregó Valenzuela.
En el mismo sentido se expresó Clinton en su comunicado conjunto con Sebelius, en el que ambas sostuvieron que el estudio «claramente fue antiético».
«Aunque estos sucesos ocurrieron hace más de 64 años, estamos indignados de que tal investigación reprochable haya ocurrido bajo el pretexto de la salud pública», agregaron.
Ambas anunciaron además el inicio de una «minuciosa investigación» sobre los hechos de hace más de 60 años, así como su intención de convocar a un cuerpo de especialistas internacionales «para que revise e informe sobre los métodos más eficaces para asegurar que toda investigación médica en seres humanos que se realice en el mundo en la actualidad cumpla con rigurosas normas éticas».
El director de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, Francis Collins, afirmó entretanto que este caso representa un «atroz ejemplo de un capítulo oscuro en la historia de la medicina».
El equipo dirigido por Cutler, quien falleció en 2003, «infectó de forma intencionada a poblaciones vulnerables (…) con sífilis, gonorrea y chancroide para probar la efectividad de la penicilina», denunció Collins, según el cual se cree que al menos uno de los «pacientes» murió durante el tratamiento.
A pesar de las duras condenas, Valenzuela dijo hoy que por el momento no se contempla la posibilidad de dar compensaciones a los afectados, algo que se examinará después de escuchar las «recomendaciones» de los encargados de investigar este caso.