Santa María, Madre del Amor,
que, estrechando entre tus brazos
al fruto tierno de tu seno,
escuchaste resonar en los cielos de Belén
el anuncio angélico de la paz,
primer don al mundo del Verbo hecho carne,
inclina benigna tu mirada,
sobre la noche oscura de nuestra tierra,
todavía embriagada de odio y de violencia.

Madre de Misericordia,
que donaste el Salvador al mundo,
obtén para los gobernantes
sabiduría y discernimiento,
a fin que usen las conquistas de la ciencia
y de la técnica
para promover un desarrollo humano
respetuoso de la creación
y favorecer proyectos de justicia,
de solidaridad y de paz.
Haz que los enemigos se abran al diálogo,
los adversarios se estrechen la mano
y los pueblos se encuentren en la concordia.

Virgen María,
que en lo escondido de la casa de Nazaret
viviste con amor sencillo y fiel
la dimensión cotidiana de la relación familiar,
entra en cada una de nuestras familias
y derrite el hielo de la indiferencia y del silencio
que vuelven extraños y lejanos a los padres
entre sí y con sus hijos.

María, Reina de la Paz,
ayúdanos a entender que la primera paz
que debemos alcanzar
es la del corazón liberado del pecado,
y haz que, así purificados,
podamos nosotros también hacernos
constructores de paz,
para que la ciudad del hombre
pueda convertirse en el taller laborioso
en el que se realiza la salvación de Cristo tu Hijo,
que es la paz verdadera y duradera. ¡AMÉN!

Cardenal RENATO RAFFAELE MARTINO